¡Serena, amable y bondadosa
Virgen de la Medalla Milagrosa!
En presencia de la Santísima Trinidad
y teniendo por testigos a toda la Corte Celestial,
os escojo, Señora, por mi Reina y Madre,
declarándome humildemente
por indigno esclavo y siervo vuestro:
Vuestra benevolencia y misericordia,
no tiene límites, todo el que acude a Vos,
encuentra ayuda, consuelo, soluciones,
sea cual sea su problema.
Vos otorgáis la salud al que la perdió
aún en los casos mas graves y desesperados,
dais la ayuda necesaria al pobre,
al afligido, al que está solo y desamparado,
al que no puede obtener su sustento,
al que sufre injusticias de todo tipo...