Santísima Virgen,
que acompañas por los caminos del mundo
a los que expatrian en busca de trabajo y de pan.
Tú que conoces también el exilio,
mira piadosa nuestra condición
y bendiciendo a quienes nos hospedan,
vela te rogamos,
sobre todo a aquellos a quienes
la necesidad obliga a dispersarse,
y a quienes la fraternidad ajena
acoge asociándolos al esfuerzo común
de los propios trabajos.