¡Oh piadosísima Virgen!
Oh, Bella Flor del Carmelo,
Vos, que nueve siglos antes de existir
fuisteis vista en profecía
por el siervo de Dios nuestro Padre San Elías,
y venerada por sus hijos allá en el Carmelo.
Vos, que en carne mortal
os dignasteis visitarles
y les dispensasteis celestiales consuelos.
Vos, que vigiláis siempre
por la virtuosa familia
que tuvo por Superior
a vuestro estimado hijo San Simón Stock,
por Padres y reformadores
a la Seráfica Virgen y mística
Doctora Santa Teresa de Jesús
y al esclarecido y extático San Juan de la Cruz,
así como por una de sus dignísimas hijas
a la ejemplar Esposa de Jesucristo
Santa María Magdalena de Pazzis,
vuestra devotísima sierva.