Dulcísima y Bienaventurada
siempre Virgen María de las Mercedes
Benignísima madre de Dios.
Estrella resplandeciente del mar,
Luna hermosa y protectora,
escogida como el sol,
escucha Señora nuestros ruegos.
Tú que benigna y clemente
siempre has atendido desde los cielos,
a los tristes lamentos de los pobres cautivos,
que se arrepienten de sus culpas
y viven la dureza de las prisiones.