Dice tu Angel hoy:
Vuelve a leer el episodio del ciego de nacimiento curado por Jesús (ver Jn 9).
El Señor se vale de este milagro para dar una enseñanza luminosa, salvo por los fariseos que se hunden por su ceguera; propagan el miedo a su alrededor como testimonian los padres del ciego de nacimiento.
Compara la religión de los doctos de la ley frente a que “el Hijo del hombre es Señor del sábado” (Lc 6,5). Jesús les vomitó de su boca (ver Ap 3, 14-16).
Que esto te lleve a arrancar de tu corazón todo rastro de prejuicios, todo vestigio de viejo orgullo que caracteriza a los fariseos.
El Señor se vale de este milagro para dar una enseñanza luminosa, salvo por los fariseos que se hunden por su ceguera; propagan el miedo a su alrededor como testimonian los padres del ciego de nacimiento.
Compara la religión de los doctos de la ley frente a que “el Hijo del hombre es Señor del sábado” (Lc 6,5). Jesús les vomitó de su boca (ver Ap 3, 14-16).
Que esto te lleve a arrancar de tu corazón todo rastro de prejuicios, todo vestigio de viejo orgullo que caracteriza a los fariseos.
ORACIÓN PARA ALIVIAR EL TEMOR
AL ANGEL DE LA GUARDA
Ángel de la Guarda,
protégeme del temor,
Alivia mi miedo.
Dame fuerzas para enfrentarme
a lo desconocido y a lo conocido,
y vencidos los miedos
pueda recobrar la fortaleza.
Que haya luz donde haya sombras.
Que haya paz donde hay temor.
Que haya valor donde hay miedo.
Dame Oh! Ángel Custodio,
la fuerza de mil leones
para enfrentarme al lobo del mal.
Dame intuición para caminar
por el camino del bien.
Protégeme con tu escudo
de eso o de esos que quieren destruir.
Muéstrame como ser valiente,
para limpiar mi corazón de temores y fracasos,
Guíame porque tu eres el guía,
que Dios Nuestro Señor me envía,
alivia los miedos y temores
que se esconden en mi corazón,
para que siendo libre de ellos
pueda encontrar el amor,
la alegría y la felicidad
la alegría y la felicidad
Oh! mi Dios, permite a tu mensajero
mi Ángel de la Guarda,
que me asista en todo momento,
que me sostenga en medio de la adversidad
para que el temor no sea ni siquiera una sombra.
Alabado sea el señor en nuestros corazones.
Amén
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