¡Oh, María inmaculada
y siempre bendita!,
singular e incomparable
Virgen María Madre de Dios.
Templo suyo muy agradable,
sagrario del Espíritu Santo,
puerta del reino de los cielos,
por quien después de Dios,
esos tus ojos refulgentes a mí,
gran pecador;
haz, señora,
que tus milagrosos rayos de luz
incline y alumbre mi alma;
y si lo que te pido conduce este fin,
concédemelo,
a mayor gloria de Dios y tuya.
Amén.
Hacer la petición y rezar devotamente
"Bendita sea tu Pureza", la Salve y tres Avemarías.
Repetir la oración y los rezos
durante siete días consecutivos.
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