¡Oh bendita entre
todas las mujeres,
que vences en pureza
a los ángeles,
que superas a los
santos en piedad!
a una mirada de tu
gran benignidad,
pero se avergüenza al
aspecto
de tan hermoso
brillo.
yo quisiera
suplicarte que,
por una mirada de tu
misericordia,
curases las llagas y
úlceras de mis pecados;
pero estoy confuso
ante ti
a causa de su
infección y suciedad.
¡Oh Señora mía!,
de mostrarme a ti en
mis impurezas tan horribles,
por temor de que tú,
a tu vez,
tengas horror de mí a
causa de ellas,
y sin embargo,
yo no puedo,
desgraciado de mí,
ser visto sin ellas.
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