Por la señal de la santa cruz +
de nuestros enemigos +
líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre,
de nuestros enemigos +
líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre,
y del
Hijo
y del
Espíritu Santo +
Amén.
Amén.
Señor mío,
Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero,
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quién sois
por ser Vos quién sois
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos,
en satisfacción de todos mis pecados,
en satisfacción de todos mis pecados,
y, así como lo suplico,
así confío en vuestra bondad y misericordia
infinita,
que los perdonareis,
que los perdonareis,
por los méritos de vuestra preciosísima sangre,
pasión y muerte,
y me daréis gracia para enmendarme,
y perseverar en vuestro santo amor y servicio,
hasta el fin de mi vida.
hasta el fin de mi vida.
Amén.
¡Oh Padre eterno!,
os
ofrezco a honra y gloria vuestra,
y por mi
salvación y la de todo el mundo,
el
misterio del Nacimiento de nuestro divino Redentor.
¡Oh Padre eterno!,
os
ofrezco a honra y gloria vuestra,
y por
mi eterna salvación,
los
sufrimientos de la Virgen Santísima y de san José
en
aquel largo y penoso viaje de Nazaret a Belén,
y las
angustias de su corazón
por no
encontrar lugar donde ponerse a cubierto
cuando
estaba para nacer el Salvador del mundo.
¡Oh Padre eterno!,
os
ofrezco a honra y gloria vuestra,
y por
mi eterna salvación,
el
pesebre donde nació Jesús,
el
duro heno que le sirvió de cama,
el
frío que sufrió,
los
pañales en que fue envuelto,
las
lágrimas que derramó
y sus tiernos gemidos.
¡Oh Padre eterno!,
os
ofrezco a honra y gloria vuestra,
y por
mi eterna salvación,
el
dolor que sufrió el divino Niño Jesús
en su
tierno cuerpecito,
cuando
se sujetó a la cruel circuncisión;
os
ofrezco aquella preciosísima sangre,
que
entonces derramó por primera vez
para
la salvación de todo el género humano.
¡Oh Padre eterno!,
os
ofrezco a mayor honra y gloria vuestra,
y por
mi eterna salvación,
la
humildad, la mortificación,
la
paciencia la caridad,
y
todas las virtudes del niño Jesús,
y os
doy gracias,
os amo
y os bendigo infinitamente
por
este inefable misterio
de la
Encarnación del Verbo divino.
Hacer las peticiones y rezar Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Se repite todo durante nueve días seguidos.
Esta novena breve
se puede hacer en cualquier momento del año para pedir favores a Dios por los
meritos de la infancia del Niño Jesús, especialmente en Navidad, del 16 al 25
de diciembre.
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