¡Oh Señor!, tú has creado todas las cosas.
Tú les has dado su ser
y las has puesto en equilibrio y armonía.
Están llenas de tu misterio,
que toca el corazón si es piadoso.
También a nosotros, ¡oh Señor!,
nos has llamado a la existencia
y nos has puesto entre ti y las cosas.
Según tu modelo nos has creado
y nos has dado parte de tu soberanía.
para que nos sirva y completemos en él tu
obra.
y nuestro dominio se convierte
en rebelión y robo si no nos inclinamos ante
ti,
el único que llevas la corona eterna
y eres Señor por derecho propio.
Tú no has temido por tu soberanía
al crear seres con poder sobre ellos mismos
y al confiar tu voluntad a su libertad.
¡Grande y verdadero Rey eres tú!
el honor de tu voluntad.
Cada palabra de tu revelación
dice que me respetas y te confías a mí,
me das dignidad y responsabilidad.
que es capaz de aceptar
la ley que tú guardas
y de asumir la responsabilidad
que tú me transfieres.
para que esté ante ti en todo momento,
y haz que mi actuación
se convierta en ese dominio
y esa obediencia a que tú me has llamado.
Sacerdote, intelectual, filosofo y teólogo de inspiración agustiniana.
Autor de varios libros de la vida de fe.
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