¡Oh Señora mía, Santa
María! :
Hoy y todos los días
y en la hora de mi muerte,
me encomiendo a tu
bendita fidelidad
y singular custodia,
y pongo en el seno de
tu misericordia
mi alma y mi cuerpo;
Te encomiendo toda mi
esperanza y mi consuelo,
todas mis angustias y
miserias,
mi vida y el fin de
ella:
para que por tu
santísima intercesión,
y por tus meritos,
todas mis obras vayan
dirigidas y dispuestas
conforme a tu
voluntad
y a la de tu Hijo.
AMEN.
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