¡Oh glorioso
patriarca Santo Domingo!,
gloria de España, amparo de la fe
y fundador de la sagrada orden de los
Predicadores.
Tu nacimiento fue lleno de prodigios divinos,
tu niñez amable, tu vida admirable,
tu doctrina más del cielo que de la tierra,
con la cual, y con los ejemplos de tus
heroicas virtudes
e innumerables milagros que el Señor obró por
ti,
convertiste a la fe católica a innumerables
herejes,
reformaste las costumbres extraviadas de los
fieles,
instituiste una orden de varones apostólicos
que sustentase la Iglesia que amenazaba ruina,
y llevaste por la redondez de la tierra
la doctrina del Evangelio,
para que resistiese a los enemigos la fe
y fuese sol y luz del mundo.
Yo te ruego y
suplico,
¡oh padre santísimo!,
que me alcancéis la gracia de aquel Señor
que te adornó de tantas y tan grandes gracias
y virtudes,
para que yo te imite en la pureza de mi alma y
cuerpo,
y en aquella ardentísima caridad
con que tan amablemente llorabas los pecados
ajenos
y te castigabas por ellos,
y quisiste ser vencido por rescatar el hijo de
la viuda,
y deseaste y procuraste ser mártir por el
Señor;
y aquella profundísima humildad
y menosprecio del mundo,
en la penitencia,
en la mortificación de mis pasiones,
en la oración y devoción a la Santísima Virgen,
nuestra Señora,
que tú en tan sublime grado tuviste,
para que siguiendo tus pisadas y con tu favor,
sea partícipe de tus altos merecimientos
y de la corona que tu posees en el cielo.
Amén.
Santo Domingo
de Guzmán (España 1173-Italia 1221). Fundador de los Dominicos (Orden de los
Predicadores). Teólogo y canónigo de vida ejemplar, según la tradición, y
numerosos documentos pontificios, la Virgen le revela y entrega el Santo
Rosario como arma poderosa para ganar almas. Se le invoca para pedir que no
falte trabajo y comida en el hogar, para pedir justicia para las personas
acusadas falsamente, para pedir humildad y paciencia, para protección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario